El Planeta Salvaje

El Planeta Salvaje

Por Erik Martínez

La planète sauvage (1973). Dir. René Laloux. Ilustrada por Roland Tapor
La realidad del cine como arte atañe a la manera de pensar e interpretar un cuadro, secuencia o escena. La comunicación por este medio ha trascendido de tal forma que no podemos identificar algo dentro de nuestro imaginario colectivo sin claras referencias a una cinta cinematográfica.
El planeta salvaje (La planète sauvage, 1973), dirigida por René Laloux e ilustrada por Roland Tapor, es una de esas películas en donde no sólo la imagen te invita a cautivarte, sino que te obliga a pensar y reflexionar. El filme crea un universo ficcional en donde la condición del humano se ve reducida a la de un animal al servicio y entretenimiento de sus superiores.
La historia comienza con una mujer humana con un bebé en brazos corriendo de un Draag, gigantes de color azul que al parecer son la raza dominadora del planeta. La mujer, al ser intercedida por uno de ellos, y después de un brusco juego, muere, dejando a su cría sin ninguna protección. El pequeño humano (Om, en el idioma de los Draags), es recogido por el gigante, quien lo adopta como una mascota.
Al pequeño bebé le dan por nombre Terr, este crece y vive domesticado por los Draags, de los que aprende sus costumbres y comportamiento, principalmente por una diadema de aleccionamiento que los Draags usa para instruir a sus infantes. Esto convierte a Terr, en un ser pensante y letrado en la cultura de sus amos.
La condición de prisionero, lleva al pequeño Om a escapar, y por casualidad toparse con una colonia de Oms salvajes que desconfían de él, pero logra integrarse gracias a sus conocimientos de la raza azul.
Los Oms, que se vislumbran con una naturaleza salvaje son considerados una plaga, que destruye cultivos, que, aunque pequeños en tamaño y cortos de vida, su rápida reproducción y propagación, los convierte en la amenaza.
Los Draags, de mayor tamaño y longevidad, son los señores del mundo en el que viven y se colocan por encima de todas las especies. Estos, además de tener un sistema político y de organización estable se divierten domesticando especies más pequeñas como los Oms. Otro de sus pasatiempos lo encuentran en la meditación.
La anécdota de la película circula entre la conquista y la rebelión de razas diferentes. ¿Qué resta al ser a una especie que se ve subyugada por una de mayor tamaño e intelecto?
La intención de asesinamiento y despoblación de los Oms por parte de los Draags, llega a coincidir con muchas de las conductas que los humanos del mundo real hacemos con las especies “inferiores”. Es por ello que la película acaba siendo una exquisitez en cuanto a contenido se refiere.
El planeta salvaje, deja a reflexión de la fragilidad del humano y el poder que este puede tener, a su vez, desdobla el pensamiento para la yuxtaposición de la realidad con el mundo de ficción.
La animación de la película resulta ser una extraordinaria creación de un mundo de ficcional, que, a más de crear un ambiente con flora y fauna, dibuja los comportamientos que lo personaje de la obra fílmica expone. Los dibujos hechos por Roland Topor son de una naturaleza surrealista, que se mecen en un hilo onírico, mismos que recuerdan a las obras de Salvador Dalí.
Dibujos extraordinarios y un guion excepcional marcan a esta película como un referente obligado de la animación, además de situar a su espectador en un constante estado reflexivo.





Comentarios